martes, 23 de julio de 2013

Doce, Diez, Ocho y Cuatro

Sí, amarillo.
Hace doce años conocí una chica muy guapa. Por esas cosas extrañas de la vida yo envié mi currículo a un lugar que solicitaba gente bilingüe que fuera estudiante de arquitectura, leyes, medicina, y otras muchas carreras. Me llamó la atención y dije "¡debe ser un proyectazo!". Yo cumplía con los requisitos y acaba de pasar un tremendo desfalco con respecto a la primera empresa que traté de montar.

Cuando me dijeron que era para dar clases de inglés yo no entendí en que se relacionaba con mis estudios de arquitectura y me senté en la sala de espera solo porque ya había hecho el viaje y no tenía mucho más que hacer. Mi sorpresa fue cuando vi a una profe de inglés que me volcó el corazón. Fue entonces cuando decidí quedarme.

Hice amistad con un compañero de trabajo y ¡mirá la causalidad! era amigo de la profe. El nos presentó y yo les ofrecí llevarlos a los dos a casa. Yo acababa de reconstruir a "Pepito", un Toyota 1970, con mis propias manos, literalmente. No era mucho pero por lo menos me daba una excelente oportunidad para conocerla y ver como está la cuestión.

Fuimos a dejarla a ella primero. Cuando se bajó, se fue y no volvió a ver, mala señal. Yo le pregunté a mi amigo y me dijo que ella acababa de pasar un chasco horrible con uno de esos estúpidos, imbéciles y malos ejemplares del sexo masculino. Mis chances eran negativos. Algo me dijo que iba a ser otra de mis muchas amigas de las que yo me había enamorado. Ya a mis 27 años estaba más que acostumbrado. Ni modo, yo me convencí que esta vez va a ser mi amiga y no me voy a enamorar.

Fue imposible. Una chica encantadora. Con su lado oscuro, artista, rebelde, escritora, bailarina, inteligente y bella. Además de tener ese aire bohemio que me encanta, su voz simplemente hechizadora. Unos ojos expresivos y una carcajada deliciosa. Mi gran ventaja: le gustaban mis chistes. Y bueno, después de muchas salidas entre los tres amigos de brete, piropos e indirectas, recuerdo que me abrazó y me dijo que yo era muy abrazable. La situación se empezaba a poner muy interesante.

Después de un año de ser amigos, nos dimos un primer beso. Yo soy de esos hombres que después de ese primer beso, van saltando y haciendo tonto de regreso a casa. El problema era que se iba de viaje. Cuando regresó, meses después, ella no estaba segura si quería perder a su mejor amigo. "¡Que maldición ser tan buena gente!" fue lo que pensé. Pero gracias a algunas cosas que dije y la complicidad de algunas otras personas, por fin dejó de resistirse.

Hace diez años empezamos a vivir juntos. Tuve que vender a "Pepito" por unas cuestiones técnicas pero ese carrito fue todo un éxito. Ahora teníamos un "huevito", un pequeño apartamento sin ventanas al exterior. A pesar de su tamaño, sucedieron cosas enormes y por lo tanto nuestra relación creció. Un año después estábamos totalmente seguros cuando decidimos casarnos. Nos conocíamos lo suficiente para saber sí queríamos eso para el resto de nuestras vidas. Así que nos mudamos a un lugar más grande, porque los dos queríamos que una familia.

Hace exactamente ocho años, un 23 de Julio del 2005, nos casamos. Fue una ceremonia bellísima, el Padre Quique (mi hermanillo) y la capilla en la celebramos nuestra unión, fueron ingredientes precisos para un momento mágico. La gente recuerda que lloré, los que me conocen de toda la vida saben que lo hago cuando me emociono mucho. Recuerdo que la frase estaba diciendo estaba relacionado con las buenas intensiones con las que me estaba casando. Y por eso fue tan conmovedor para mí, por que ella mi inspira las mejores.

Hace cuatro años tuvimos a nuestro primer hijo, todo un maestro. Muchas veces uno se encuentra tratando de enseñarle a él de cómo deben ser las cosas. Y luego el nos enseña a nosotros como son realmente. Él con su candidez y alegría nos recuerda constantemente lo linda que es la vida. Además, su entendimiento y sensibilidad son impresionantes. Su vena artística, expresividad y encanto atraen a toda la gente que comparte con él.

Hoy, después de tantos años... la amo. Yo sé que para los que tienen décadas de convivir, la primera es muy representativa. Hemos vivido crisis muy fuertes, en el plano económico, afectivo, laboral, y de salud. Juntos lo hemos sobrepasado. Y juntos, gracias a nuestra profunda amistad, seguiremos creciendo y logrando lo impensable.